En medio del claroscuro de la incertidumbre que la falta de determinación política depara al país, se yergue la esperanza y la fe del pueblo puertorriqueño.

No ha podido derrotar a la fe y a la esperanza, ni huracanes, ni terremotos, ni pandemia ni desaciertos de políticos y gobernantes que se ceban de la debilidad, la indeterminación y la indolencia. La fe y la esperanza alimentan y dan fortaleza al pueblo de Puerto Rico, que sigue de pie pese al infortunio.

Sin embargo, hay un claroscuro de incertidumbre sobre el futuro que nos deja sin un proyecto de país. Es ante este panorama que se efectuarán los próximos comicios. Poner las miras en las propuestas de un proyecto de país presentadas por los candidatos a la gobernación es esencial en momentos como los que vivimos.

Más que retórica populista para comprar votos y fomentar el clientelismo político con ofertas de beneficios inmediatistas, lo que Puerto Rico requiere son ideas de desarrollo sustentable y factibles con miras al futuro.

Un plan de desarrollo económico para Puerto Rico debe convertirse en el argumento esencial del debate político, de cara a las elecciones. Ideas con inventiva y pragmatismo deben prevalecer sobre otras consideraciones quiméricas y de vaguedades ideológicas.

No es que se deje de dilucidar preceptos definitorios de la identidad nacional de Puerto Rico en su relación política con Estados Unidos, sino que esta discusión no debe darse en el vacío, sin que se explique cómo cada opción de estatus en esa relación política puede ser determinante en el desarrollo económico del territorio puertorriqueño.

Cuantas más ayudas federales y programas de asistencia social que nos haga más dependientes no es lo que se requiere para un plan de paradigma económico; por el contrario, es cómo ese plan que se proponga nos sacará de la pobreza y la dependencia para valernos por nosotros mismos bajo cualquier opción de relación política con Estados Unidos, incluyendo la estadidad, no únicamente bajo la independencia.

La certidumbre de un futuro predecible que propenda a un clima de brillantez y claridad para el país depende de un estilo de campaña eleccionaria centrada en ideas y propuestas de cara a las elecciones de noviembre. Es a donde debemos dirigirnos. INS , Por Rafael Santiago Medina