Las métricas no mejoran en el sistema de transmisión y distribución eléctrica en Puerto Rico. Sigue habiendo displicencia en la atención de las reparaciones de averías tras la privatización del sistema y hacerse cargo del servicio a la ciudadanía la empresa Luma Energy.

No hay actos de magia de una mayor eficiencia con la privatización del servicio eléctrico como se ha querido vender propagandísticamente por los partidarios de las teorías neoliberales que proclaman que en manos de la empresa privada las prestaciones de servicios mejoran.

Las empresas estatales pueden ser tan malas o eficientes como lo pueden ser las empresas privadas. La diferencia es que cuando se saca del medio el afán de lucro de la empresa privada en los servicios esenciales a la ciudadanía —y el servicio de electricidad lo es—, se eliminan las aristas de una rentabilidad intrínseca e inherente en el sistema operativo de la empresa que ofrece esos servicios.

Las empresas estatales se instituyen con un fin primario de servicio a la ciudadanía, en tanto que el fin primario de la empresa privada es la ganancia del capital invertido y la rentabilidad de sus operaciones. La eficiencia, aunque es un fin de la empresa privada, cuando existen elementos de costos operativos envueltos para logarlo, pasa a un segundo plano en sus prioridades.

Ha quedado demostrado en Europa, que con las privatizaciones habidas de las operaciones empresariales estatales de la electrificación, el coste tarifario del servicio a la ciudadanía incrementa sustancialmente. Esa es la cotidianidad en ese continente últimamente.

Las tarifas de la electricidad han incrementado sustancialmente en países de Europa. Puerto Rico parece ir por el mismo camino.

Con las privatizaciones del servicio de electricidad se ha evidenciado que el afán ganancioso y lucrativo está en la esencia misma de las operaciones empresariales de capital privado.

Un elemento dañino que hay que erradicar de las operaciones empresariales en manos del Estado lo es la corrupción y la politización en su gerencia, así como la politiquería en sus metas operacionales. En esos males cayó la estatal Autoridad de Energía Eléctrica (AEE). INS