2 estadounidenses hallados muertos y 2 vivos tras ser secuestrados en México

Dos de los cuatro estadounidenses que fueron secuestrados la semana pasada en México fueron encontrados muertos el martes, mientras que los otros dos fueron hallados vivos, según el gobernador del estado fronterizo de Tamaulipas, donde se produjo el secuestro.
Al menos uno de los estadounidenses murió en el lugar del ataque el viernes, en el que hombres armados dispararon contra su vehículo, según un alto funcionario mexicano que no estaba autorizado a hablar públicamente.
De las cuatro víctimas del secuestro, "hay dos de ellos fallecidos, una persona herida y la otra con vida”, dijo el gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal, hablando en directo por teléfono en la conferencia de prensa diaria del presidente mexicano el martes.
Las autoridades mexicanas informaron que el martes trasladaron a los dos estadounidenses sobrevivientes a las autoridades estadounidenses.
Zalayna Grant dijo que su hermano, Zindell Brown, estaba entre las cuatro víctimas del secuestro, junto con Latavia Washington McGee, Shaeed Woodard y Eric James Williams.
Grant, en una entrevista telefónica desde Lake City, Carolina del Sur, dijo que la última vez que habló con su hermano fue el jueves, cuando le dijo que se dirigían a México, donde su amiga, McGee, planeaba hacerse una abdominoplastia. Dijo que para el domingo o el lunes estaría en casa.
"No estaban nerviosos”, dijo Grant, de 34 años, y añadió que aconsejó a su hermano que se cuidara. "Y si se encontraban con alguno de los controles de carretera del cártel o cualquier cosa con un cártel que simplemente hiciera lo que le dijeran que hiciera. Que no se resistiera ni luchara ni nada”.
Hablaron a través de Snapchat, dijo, y Brown, de 28 años, parecía el de siempre; riendo, feliz. Grant dijo que podía oír a los otros tres amigos en el auto, divirtiéndose.
John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, dijo a los periodistas el martes que Estados Unidos estaba trabajando con México para saber más sobre el secuestro en Matamoros y tenía como objetivo que "las cuatro víctimas regresen a Estados Unidos”.
"Ofrecemos nuestras más profundas condolencias a los amigos y familiares de los que murieron en estos ataques”, dijo Kirby, y añadió que el Departamento de Justicia estaba coordinando con sus homólogos en México.
Las autoridades estadounidenses y mexicanas estuvieron buscando a los cuatro estadounidenses desde que fueron secuestrados en México el viernes luego de que cruzaron al país procedentes de Texas en busca de atención médica, según funcionarios de ambos países.
Los cuatro estadounidenses condujeron a la ciudad fronteriza de Matamoros, México, procedentes de Brownsville, Texas, en una minivan blanca con matrícula de Carolina del Norte cuando unos hombres armados empezaron a disparar contra su vehículo, según informó el FBI. A continuación, los pistoleros metieron a los estadounidenses en otro vehículo y se los llevaron.
Las autoridades mexicanas están considerando varias teorías sobre los motivos del ataque, incluida la posibilidad de que los estadounidenses fueran confundidos con traficantes de migrantes haitianos, según dos funcionarios mexicanos familiarizados con la investigación que no estaban autorizados a hablar públicamente.
Los cruces ilegales de migrantes en la frontera sur de Estados Unidos se han disparado en los últimos meses, lo que ha provocado tensiones entre los grupos criminales que controlan el tráfico de personas a través del norte de México, según los expertos.
Durante el encuentro inicial entre las víctimas y los secuestradores, una persona "ciudadana mexicana inocente” fue asesinada, según Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México.
El domingo, Grant vio un video que circulaba por las redes sociales en el que se veía cómo subían a cuatro personas a una camioneta. Reconoció las trenzas rubias de McGee, dijo, así como a su hermano, quien, según ella, vestía pantalones color canela y camisa negra. "Pensé, ese de ahí es mi hermano”, dijo.
Desde entonces, Grant se ha aferrado ferozmente a su fe: ella y otros miembros de la familia de Brown están juntos en Carolina del Sur y esperan que regrese sano y salvo. "Estamos rezando, no solo por Zindell, sino por todos. Es triste que dos no sobrevivieran. Rezamos por sus familias. Rezamos por nuestra familia”.
Uno de los otros estadounidenses secuestrados, Woodard, había trabajado recientemente en una empresa de aislamiento y luego limpiando habitaciones en un hotel playero en Myrtle Beach, Carolina del Sur, según antiguos compañeros. "Siempre estaba dispuesto a trabajar y era muy amable”, dijo Regina Downs, gerente del Monterey Bay Suites.
Aunque es común que los estadounidenses se vean involucrados en la violencia del norte de México, una frontera compartida de más de 3000 kilómetros de largo con grandes franjas dominadas por cárteles de la droga y organizaciones criminales, no es muy común que ciudadanos estadounidenses sean secuestrados en México.
El video que parece mostrar el secuestro y que ha circulado ampliamente en redes sociales mostraba a tres hombres arrastrando a personas por el suelo y luego levantándolas y arrojándolas en la caja de una camioneta blanca. Al menos uno de los hombres, que actuaban a la vista del tráfico cercano, llevaba un chaleco protector.
La frontera entre Estados Unidos y México es una de las más transitadas del mundo: los jóvenes mexicanos cruzan hacia el norte para ir de compras o asistir a escuelas privadas, y ciudadanos estadounidenses van hacia el sur para comprar medicamentos baratos o someterse a procedimientos médicos que son inasequibles en su país, desde citas con el dentista hasta cirugía estética.
Si bien los estadounidenses pueden ser víctimas de la violencia que asola la frontera, a menudo se debe a que se encuentran en el lugar equivocado en el momento equivocado, al atravesar una frontera plagada de actividad delictiva y cárteles de la droga que introducen activamente en Estados Unidos estupefacientes, migrantes e incluso animales salvajes en peligro de extinción para obtener ganancias, a veces con la ayuda de autoridades mexicanas corruptas.
Pero el carácter aparentemente selectivo del secuestro de la semana pasada, en la que un vehículo embistió al automóvil en el que viajaban los ciudadanos estadounidenses, ha suscitado dudas sobre si las víctimas fueron confundidas con otras personas.
Los cárteles suelen evitar atacar a ciudadanos estadounidenses, temerosos de las represalias de las fuerzas de seguridad de Estados Unidos.
Entre junio de 2012 y junio del año pasado, más de 2200 estadounidenses murieron en México, según el Departamento de Estado, pero se determinó que solo alrededor de un tercio de esas muertes fueron homicidios.
El secuestro del viernes ha hecho que las autoridades de Washington se pregunten si los ciudadanos estadounidenses se vieron envueltos involuntariamente en la violencia criminal o si fueron atacados a propósito.
Recientemente se han producido algunos casos de violencia especialmente cruenta contra estadounidenses al sur de la frontera. En enero se encontró el cadáver de un defensor público estadounidense con 40 fracturas craneales en un balneario del norte de México.
Ese mismo mes, las autoridades mexicanas encontraron cuatro cadáveres, entre ellos el de un arquitecto estadounidense que había desaparecido, cerca de una furgoneta acribillada a balazos en el centro de México. En octubre, una estadounidense de 25 años fue asesinada cerca de la ciudad turística de Cabo San Lucas.
Y solo unos días antes del secuestro de los cuatro estadounidenses, otro ciudadano de EE. UU. murió el 26 de febrero a manos del ejército mexicano en el mismo estado, Tamaulipas, cuando regresaba en auto de una discoteca con sus amigos.