El laberinto de la industria del vicio

Publicado: Julio 12,2017 12:55pm
El laberinto de la industria del vicio

A unos meses de que entre en vigor la legalización de la marihuana para uso recreativo en California, las autoridades de Los Angeles están preocupadas. Y con razón.

Hace 21 años que se aprobó la legalización de la marihuana para uso medicinal en el estado y los problemas de criminalidad que se han creado en las inmediaciones de los dispensarios que venden la droga no se han solucionado. Peor aún, se calcula que la transición de los dispensarios regulados localmente a la concesión de licencias y reglamentación estatal todavía tardará por lo menos dos años y medio más. Es decir, en California, un estado cuya riqueza lo colocaría como el séptimo país más rico del mundo, la implementación formal de la legalización de la marihuana habrá tomado, si bien nos va, un cuarto de siglo.

Pero no es la dilación en su implementación el único ejemplo del desolador desorden burocrático de las autoridades para hacer cumplir la ley. La trayectoria del estado (y de la nación entera) para controlar los expendios de venta de licor, por ejemplo, ha sido un desastre casi eterno. En las partes más pobres del país, las licorerías son en gran parte responsables del aumento de la adicción al alcohol, y en sus alrededores se cometen toda clase de delitos. El robo, las riñas, las violaciones y la prostitución proliferan en su entorno, y las licorerías son culpables, en gran medida, del incremento de la violencia en el barrio y del decaimiento social y económico de los vecindarios.

Por supuesto, los problemas que acosan a la industria del vicio no suceden solo en California. La experiencia del estado de Colorado a partir de la legalización de la droga en 2012, también ha sido reveladora. Si bien el estado dice haber recaudado unos 200 millones de producto de ventas de marihuana por 1,300 millones, estas ganancias revelan que ha habido un aumento sustancial en el uso de la droga. Uno de cada ocho adultos la fuman a diario; cinco por ciento de los estudiantes de secundaria también la fuman a diario; el seis por ciento de las mujeres embarazadas se drogaron durante el embarazo, y se calcula que por lo menos 16,000 niños están en riesgo de exposición al humo de la marihuana en sus hogares.

Tampoco se ve alentador el panorama en el estado de Washington. Los datos de la Asociación automovilística AAA indican que en el 17 por ciento de los accidentes automovilísticos mortales, el piloto del auto había consumido marihuana. Esta cifra es del doble de la estadística previa a la legalización. Y algo semejante ha sucedido en California en el tema de los accidentes mortales. Y en el condado de Los Ángeles, por ejemplo, el número de accidentes mortales con conductores que dieron positivo en el uso de marihuana comenzaron a subir después de la legalización de la marihuana "medicinal” en1996; aumentaron 360 por ciento de 2003 a 2004, mantuvieron una trayectoria ascendente hasta 2008 disminuyeron un poco en 2009, y volvieron a subir un 60 por ciento de 2010 a 2014.

Por el momento, el problema más grave que enfrenta la industria del vicio en toda la nación es la enorme contradicción de que el cultivo, la venta, el consumo y el tráfico de la marihuana sigue siendo un delito federal aunque los votantes en más de 26 estados han aprobado algún tipo de legalización de la droga.

Una contradicción que le crea serios problemas a la industria de la marihuana para realizar operaciones bancarias tan simples como el depósito de sus ganancias en una cuenta corriente. Para las autoridades federales no hay diferencia entre un billete recaudado en un dispensario de marihuana legal en el estado y otro que un traficante de drogas le cobra a un consumidor en la calle. Una circunstancia que aterra a los bancos establecidos que bien podrían ser acusados de blanqueo de capitales.

Otro problema que se deriva de la semiclandestinidad del negocio es que la poca transparencia de las ganancias le dificulta a las autoridades estatales el manejo del monto real de los impuestos.

La terrible realidad es que a más de 25 años de intentos por legalizar la droga, las consecuencias de la legalización siguen siendo impredecibles. No se sabe con certeza cuánto aumentará el consumo ni en los adultos ni en los jóvenes y tampoco se sabe con exactitud el daño que podría causar, aunque sí se sabe que ambos, el consumo y el daño aumentarán.

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