El gobierno chileno decretó Estado de Emergencia anoche para controlar los disturbios en esta capital que fueron escenario de violentas protestas en contra del alza en el pasaje del Metro y otras medidas económicas promovidas por el gobierno derechista de Sebastián Piñera, lo que implica confiar a los militares la seguridad y la restricción a la libertad de movilizarse y reunirse por 15 días.

La radicalización de las protestas ciudadanas por el aumento del precio del boleto del Metro de Santiago, que transporta a cerca de tres millones de personas diariamente, derivó en una jornada de furia, con incendios en varios puntos de la ciudad, saqueos y actos vandálicos que sumieron a la capital en el caos.

Según información de Carabineros (la policía militarizada), fueron detenidas 308 personas; 11 civiles resultaron lesionados por el uso de balines de goma, 156 carabineros resultaron lesionados, 49 vehículos policiales fueron dañados, 41 estaciones de Metro vandalizadas y cientos de incendios declarados.

El de mayor impacto afectó al edificio corporativo de la empresa eléctrica ENEL, ubicado en pleno centro del casco urbano de la capital, que ardió en llamas durante horas luego de ser atacado con bombas molotov.

El general director de Carabineros, Mario Rozas, calificó la jornada de "extremadamente violenta”. Mientras, el jefe de la defensa nacional, general de Ejército Javier Iturriaga, explicó que anoche se desplegaron sobre la capital más de 600 militares por los 16 ejes principales de la ciudad y aclaró que "no hubo enfrentamientos con civiles durante la noche”.

Desde el lunes pasado, cientos de personas, en su mayoría estudiantes protestan por el alza de 30 pesos en el precio del ingreso al Metro decretado hace dos semanas, hasta los 830 pesos actuales (cerca de 1.2 dólar).

Acudían en masa a las estaciones del tren urbano pasando los torniquetes sin pagar, causando destrozos y enfrentándose a Carabineros.

La protesta masiva puso entre la espada y la pared al presidente Piñera, quien ha sido blanco de críticas por focalizar el discurso del gobierno para enfrentar la crisis sólo en el plano de la seguridad, sin siquiera acceder a referirse al fondo del malestar ciudadano, que es el alza de los pasajes y el descontento social.

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