Pareciera un atrevimiento, producto de una imaginación calenturienta, decir que en las manifestaciones contra el gobierno hay agentes policiales encubiertos —entre los enmascarados— que incitan al motín en momentos cuando la Policía que presta vigilancia frente a La Fortaleza ya está extenuada de cansancio al haberse prolongado las protestas hasta altas horas de la noche luego de concluida la actividad principal convocada.

Hay que atreverse a afirmarlo, porque los anales de la historia ofrecen una validación con evidencia fáctica a esa probabilidad en el vandalismo durante la manifestación convocada el pasado jueves en la noche.

Las autoridades policiales frente a La Fortaleza han hecho ya la rutina de una suerte de "toque de queda” cerca de las once de la noche que da por terminada la concentración y algarabía de protesta, a la más mínima provocación con la ayuda de encubiertos enmascarados, sonando su chicharra de advertencia de que si no desalojan el perímetro habrán de lanzar, como en efecto hacen, gases lacrimógenos contra los manifestantes, a la más mínima provocación.

Se forma el motín y ahí está la justificación a sus acciones posteriormente.

Hay que prever que esto haya terminado convirtiéndose en un patrón durante las manifestaciones, por lo que el Colegio de Abogados de Puerto Rico,  la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, siglas en inglés) y la prensa deben tomar cartas en el asunto y producir respectivamente sus investigaciones periciales.

La agresión contra miembros de la prensa televisiva de Telemundo y Wapa-TV, así como actos de vandalismo contra vehículos de este medio, durante los motines del pasado jueves en la noche en el Viejo San Juan resulta ser muy conveniente para aquellos que desean criminalizar las protestas antigubernamentales y desvirtuar la cobertura noticiosa, poniendo emocionalmente a periodistas con una carga de prejuicio contra los manifestantes.

Surgió la declaración condenatoria seguidamente del jefe del Departamento de Noticias de Televicentro (Wapa-TV), Rafael Lenín López, reclamando que había que atribuir una responsabilidad indirecta a los organizadores de la manifestación, entre ellos a artistas de la envergadura de René Pérez, Residente Calle 13, una estrella del deporte como Yadier Molina, y un grupo de sindicatos, sobre los actos de vandalismos suscitados en la noche del jueves como parte de la escaramuza.

El propósito de romper el balance y ecuanimidad de la prensa se logra con la utilización de estos enmascarados encubiertos que trabajan con la Policía o son utilizados por ella en actos vandálicos durante las manifestaciones antigubernamentales para criminalizarlas ante la opinión pública y disuadir la participación ciudadana en las protestas convocadas posteriormente.

Ciertamente, hay enojo, disgusto e indignación ciudadana ante la displicencia negligente de las autoridades gubernamentales en el manejo de la emergencia nacional y la administración de los recientes desastres que puede manipularse hasta lograr explosiones desenfrenadas de manifestantes en las protestas. Los actos vandálicos en reacción a las situaciones como las que vive el país no se justifican, pero muchas veces tienen explicación.

Lo que no tiene explicación ni justificación es la utilización de enmascarados encubiertos para vandalismos con el propósito de interrumpir manifestaciones cuando ya los policías están extenuados por largas horas de trabajo e intentar criminalizar convenientemente las protestas contra el gobierno ante la opinión pública.

El abogado constitucionalista Carlos Ramos expresó en el programa de televisión Jugando Pelota Dura que al llegar a su casa ese día en el Viejo San Juan, vio muchos civiles bajando de los vehículos de la Policía. Esto es un indicio. INS